dimecres, 28 d’abril del 2010

Una conexión






















De lo que voy a contar, no me había dado cuenta antes.

Algunas veces cuando tienes algo enfrente, por muy cerca que esté no lo percibes; como cuando oyes un ruido casi ensordecedor pero debido a su constancia te resulta inaudible, (pasa a formar parte de tu paisaje sonoro y de alguna forma, lo acabas ignorando) o cuando estás tan estresado, nervioso o cansado que, abres la nevera para coger un tomate y no lo ves, teniéndolo enfrente. Y así pasa con muchísimas otras cosas.


En relación a lo dicho, quería contar una anécdota algo autobiográfica. Soy vecina de la Plaza Adrià, hasta hace siete años una plaza cualquiera con aspiraciones bucólicas. Pero en el 2003 hubo una aportación, un monumento a Carrasco i Formiguera, bajo la morfología algo incómoda de un cubo del tamaño de una persona con agujeros por los que mirar a través un cielo y un árbol progresivamente empañados por las ralladuras que el vídreo de las mirillas ha ido recibiendo- algo que confirma para mis adentros que no debo ser la única a quien el nuevo invitado no cayó del todo bien-. Pero no todo fue molesto: su escultor, Pep Admetlla, concibió la reforma del pavimento sobre el que iba a ir colocado el cubo, ligeramente inclinado, hecho que favoreció a todos los paseantes y vecinos del barrio.


“La font de la lliçó” es el nombre que recibe el elemento con el que choca la línea simbólica que trazas desde el cubo, con lo cual quedan enfrentados topográficamente en la misma plaza, pese a que ambos presentan una función tipológica similar -hacer de arte público-. La fuente, con un pequeño estanque la mayor parte del tiempo vacío-desconozco si debido a recorte presupuestario o ecológico- lleva anexados a dos escolares de piedra y un libro -también petrificado- alzados por una peana.

Realmente tras lo entrañable de la escultura sí hay algo muy alliçonador, pero lo que me resulta realmente chocante (y por ello escribo en el marco de este proyecto), es la coincidencia que se establece, cada día, cuando cruzo la plaza y tras pasar el cubo, las palomas y la fuente, encuentro al vendedor de flores sentado en su silla de plástico.




[La información entorno a las esculturas las he extraído de la web d'Art Públic de la Generalitat de BCN: www.bcn.es/artpublic]


3 comentaris:

  1. Conozco esa escultura y no soy de tu barrio —de momento—. Es un armatoste de metal con un pequeño agujero para ver el cielo y otro para ver a la persona que está mirando el cielo. Tiene un punto de refrito conceptual que divierte a la gente (la primera vez). alguien pintó algun graffitti no? y tiene grabado un dibujo tipo Da Vinci, con un ojo lleno de trazos de compás, etc.

    Es curioso porque en otoño, además del Floristero, aparece la Castañera de la Pl. Adriano. Es como una especie de oasis tradicional lo que se conserva en esa plaza, el resto del barrio está plagado de franquicias y comercios convencionales, ¿no?

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  2. Ahora que lo veo en las fotos parece un OVNI aterrizado.

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  3. jo crec que l'escultor el que volia era pavimentar la plaça de manera inclinada i així afaorir vianants i veïns. Per això està l'art públic.
    Deu ser del barri.

    La castanyera i el florista...hummm....

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